martes, 27 de enero de 2009

RELOJ DE POBLACION MUNDIAL

Hoy a las 09:57 en el reloj de población mundial hay 6.736.919.469 personas en todo el mundo, 45.913.665 personas en España, 6.649.933 personas en la Comunidad Autónoma de Madrid y 3.393.428 personas en Madrid.

martes, 20 de enero de 2009

Pereda

Cuando José María de Pereda y Sánchez Porrúa nace en Polanco (en la entonces Provincia de Santander, hoy Región de Cantabria), el 6 de febrero de 1833, tiene lugar la sucesión al trono de Isabel, la hija de Fernando VII, cuya designación iba a ocasionar la más importante guerra civil de ese siglo en España, al protestar su tío, Carlos María Isidro. La nefasta herencia del monarca muerto originó el enfrentamiento de las dos Españas con las guerras carlistas.
Los padres del escritor, Juan Francisco de Pereda y Bárbara Josefa Sánchez Porrúa eran naturales, respectivamente, de Polanco y de Comillas y se habían casado muy jóvenes, matrimonio del que tuvieron una larga descendencia.
Establecido el matrimonio en Polanco tuvieron que mantener mediante el trabajo en el campo y la ganadería a la numerosa familia de veintidós hijos, de los que llegaron a adultos solamente nueve.
El traslado a Santander con sus padres le pone en contacto con la ciudad y le presenta un panorama urbano y portuario completamente diferente al de sus primeras vivencias infantiles en Polanco. Tras los estudios de Primaria en la escuela del pueblo, la familia decide que estudie el bachillerato en el Instituto Cántabro de la calle Santa Clara, en el que realiza el ingreso en 1843 y cursa al año siguiente el primer año de Latinidad. Fue un estudiante mediano con calificaciones de Regular en el segundo y tercer año de Filosofía y Suspenso en el cuarto de 1847-8. Fueron profesores suyos Bernabé Sáinz, de Sintaxis latina; Juan Echevarría, de Matemáticas.
Cuando llegó el momento de elegir una carrera hubo grandes porfías entre la familia y es posible que, por sugerencia de su hermano mayor, se decidiera, al fin, por los estudios que le permitieran ingresar en la Academia de Artillería de Segovia. En el otoño de 1852 se trasladó con este propósito a Madrid, donde se hospedó con otros estudiantes montañeses en la calle del Prado núm. 2. Durante el curso se preparó en el colegio de su paisano el arquitecto Antonio Ruiz de Salces, que después perteneció a la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La verdad es que el ambiente de Madrid y la vida estudiantil de tertulia en el café de "La Esmeralda", los bailes de Capellanes y la asistencia al teatro fueron para él una tentación insuperable, que le inclinó más por la vida social, el teatro y las fiestas, que por la del estudio. Así parece desprenderse de la carta que le escribe en 1853 a su primo Domingo Cuevas: "Aquí cuando por fas, cuando por nefas, siempre hay alicientes que arrastran a uno en pos de la corte y que, al fin y a la postre, llega uno a mirarla con demasiado apego, y llegará día en que se sienta trocar por la pluviosa e insípida Montaña". No sabemos el resultado de aquellos estudios y ni siquiera si llegó a presentarse al examen de ingreso. Años más tarde, al referirse a esta etapa de su vida, diría que comenzó en Madrid "una carrera científica que no concluí por falta de vocación para ellos".
Estando en Madrid fue testigo de la revolución de 1854 en la que estuvo a punto de perder la vida por el tiroteo originado en las calles, sucesos que relata con detalle en su novela Pedro Sánchez. Durante su estancia en Madrid dedicó una buena parte del tiempo más a la lectura de novelas que a resolver problemas de matemáticas. Ya entonces escribe una obra de teatro, La fortuna en un sombrero (1854), comedia que quedó inédita, donde aparece el tema del idilio, el matrimonio de conveniencia y el caso de la joven sacrificada por el matrimonio para salvar la economía familiar.
La llegada a Santander del joven Pereda no había sido nada afortunada, ya que venía con el fracaso en los estudios y en 1855 moría su madre. Esta desgracia familiar y el contraer la enfermedad del cólera le tuvieron postrado y con gran desánimo. A causa de ello, al año siguiente, se le presentó una neurastenia que obligó a la familia a enviarle a Andalucía donde permaneció una parte del año 1857. Tras el fracaso en sus estudios, se le presenta el dilema de escoger una forma de vida por cuenta propia o entrar a formar parte en alguno de los negocios familiares o de amigos suyos. Pero lo que a él le gustaba en realidad era escribir, para lo que creía tener buena disposición. La oportunidad se le presentó al aparecer en Santander el diario La Abeja montañesa, en la que se estrena con el artículo "La gramática del amor". Sus primeros escritos suelen ser anónimos, firmados por la inicial de su apellido o con el pseudónimo "Paredes". Por lo general, se trata de artículos de crítica teatral, sobre las comedias y zarzuelas que pasaban por el teatro de Santander, colaboraciones de carácter costumbrista o sobre la vida local. Aunque su valor literario era escaso, le sirvieron para reconocer los temas que luego empleará en sus libros y que evidencian la gran afición de Pereda por el teatro.
En 1862 prologa, con el mencionado pseudónimo de "Paredes", el libro Ecos de la Montaña del poeta Calixto Fernández Camporredondo, lo que es indicativo de que gozaba ya de un prestigio como hombre de letras en el ambiente local de Santander.
Al año siguiente, con el mismo pseudónimo, colaboró en el Almanaque ilustrado de la Abeja Montañesa, en el que publicó el artículo "Júpiter. Su vida y milagros" y "El raquero". Algunos de los cuadros costumbristas publicados en la sección del folletín de La Abeja, pasaron luego a sus libros.
Dentro de esta etapa periodística coinciden sus tentativas en el campo teatral con obras cómico-líricas de carácter costumbrista: "Tanto tienes, tanto vales" (1861); "Palos en seco" (1861), "Marchar con el siglo" (1863), "Mundo, amor y vanidad" (1863). El escaso valor de estas obras primerizas hizo que sólo se dieran a conocer (salvo alguna que llegó a estrenarse) con el título de Ensayos dramáticos en una edición restringida, en 1869, con destino a sus amigos. Ya para entonces Pereda había logrado un prestigio literario a raíz de la publicación en 1864 de su primer libro, Escenas montañesas.
Prueba del prestigio que le otorgó su primera obra es que, sin dejar de escribir en la prensa santanderina, empieza a publicar en 1864 en el prestigioso periódico madrileño El Museo Universal y en 1866 colabora con otros autores en el libro Escenas de la vida, colección de cuentos y cuadros de costumbres, editado en Madrid por una sociedad de autores, entre los que figuraban Juan Eugenio Hartzenbusch, Antonio Trueba, Eduardo Bustillo, Ventura Ruiz...
A partir de este momento y en menos de cinco años José María de Pereda se consolida como escritor y su nombre empieza a sonar entre los autores en boga hasta al punto de recibir elogios públicos como escritor costumbrista.
En su segundo libro, Tipos y paisajes el autor puso especial interés sobre todo en el relato titulado "Blasones y talegas".
En abril de 1869, a los veintiséis años, contrae matrimonio con Diodora de la Revilla, "una dama de agradable presencia, de mucha bondad y relevantes virtudes", según su biógrafo José Montero.
Dos años más tarde, es presentado en política por sus amigos afines a sus ideas, que le animan a presentarse como diputado carlista por el distrito de Cabuérniga. El año anterior se había constituido la Junta provincial del partido, de la que era presidente su amigo Fernando Fernández de Velasco, vicepresidente su hermano Manuel Bernabé Pereda y el propio novelista vocal de la junta.
Una serie de circunstancias favorecieron el que saliera elegido por escaso margen. Le ayudó la división del voto liberal, el apoyo del clero, de las familias católico-monárquicas y el hecho de la restricción de los distritos electorales en la provincia que quedaron limitados a cinco.
Su participación política en Madrid le sirvió para darse a conocer, ampliar sus amistades y para darle una experiencia en la mecánica electoral, conocimientos que vertió en su novela corta Los hombres de pro, incluida en su libro Bocetos al temple (1876). Al ser Pereda un desconocido en su distrito tuvo que visitar a los caciques y amigos influyentes que podían apoyar su candidatura. Con este motivo visitó a Francisco de la Cuesta en la casona de Tudanca, pero también tuvo la ayuda del liberal José Antonio González de Linares. Al cesar sus actividades políticas en Madrid deja de escribir. Él mismo lo cuenta así:
Vuelto a mi casa y más enamorado de la paz de mi hogar que de la política y que de la literatura tuve que consagrarme por entero a compartir con mi mujer los cuidados de los niños que a la sazón tenía. Cuatro o cinco años pasaron entonces sin que yo publicara ni escribiera cosa alguna.
El estímulo de sus amigos Marcelino Menéndez Pelayo y Gumersindo Laverde le lleva de nuevo al taller del escritor. Es entonces cuando se propone publicar una novela. En cierto modo, se podría decir que a partir de este momento comienza la segunda etapa literaria de Pereda.
Era Pereda de mediana estatura, fornido y con un aspecto en general que recordaba más a un miembro de la alta burguesía que al de un antiguo hidalgo, aunque lo fuera por genealogía. El bigote, la perilla y los quevedos resaltaban su rostro de aspecto serio. Era de tez morena y con una cabeza dotada de pelo crespo y abundante.
De joven había sentido Pereda afición por la caza y la equitación, ejercicios que no aparecen apenas en sus novelas. No fue bebedor habitual de alcohol ni de café, que perjudicaban su salud. En cambio, fue un buen fumador, como su amigo Pérez Galdós.
Desde niño dio muestras de trastornos nerviosos que se fueron agravando con los años y cuyos síntomas describe en su novela Nubes de estío.
Era Pereda un hombre ordenado y cuidó con atención su aspecto y vestimenta y, de igual modo, se rodeó de las mejores comodidades y adoptó enseguida cualquier innovación que le pareciera oportuna.
En las tertulias ocupaba el puesto principal por su gracia y las agudezas que vertía en su amena conversación. Fue un buen polemista y un conversador ingenioso.
Cuando se trata de completar el carácter de Pereda nos encontramos ante un escritor que, tanto en el aspecto personal como en el literario, ofrecía a sus contemporáneos una imagen singular y muy diferenciadora hasta el punto de que Menéndez Pelayo diría de él que "lo que había de característico en su estructura mental era incomunicable, y él mismo no hubiera podido definirlo". Su compañero Pérez Galdós, que le conocía bien, destacó "su personalidad vigorosa" y lo singular de su obra literaria que le hacía ser diferente a los escritores de su tiempo.
Para poder conocer el pensamiento de José María de Pereda y su carácter, resulta imprescindible tener en cuenta la influencia que ejercieron en él, el ambiente familiar y el grupo de amigos. Perteneciente a una familia católica y tradicionalista, recibe desde niño el troquelado de sus padres, preferentemente de la madre, y se ve protegido en su juventud por la tutela de su hermano mayor Juan Agapito. Si bien es verdad que en su vida no hubo especiales datos curiosos, al no salirse de una monótona uniformidad, también es cierto que careció de contratiempos y adversidades económicas, a pesar de no tener un empleo fijo. Desde su juventud y a partir de su casamiento pudo y supo unir su afición literaria a una dedicación a los negocios. Aunque la literatura no le dio para vivir, fue después un complemento económico importante al ser uno de los escritores más leídos de la Restauración.
Marcelino Menéndez Pelayo vio en Pereda al mejor representante contemporáneo de las letras de su tierra natal y no sólo le animó a escribir, sino que cuando hizo falta salió en defensa suya, realizó la crítica de su obra de una manera estimulante y, sobre todo, le aconsejó que no se apartara de los temas locales en los que sobresalía por ser el mejor pintor de aquel Santander de antaño a través de unos cuadros y tipos costumbristas que se hubieran perdido del recuerdo de las gentes. El erudito santanderino conoció previamente algunos de los escritos publicados por el escritor de Polanco, como ocurrió con la novela Pedro Sánchez.
La muerte trágica de su hijo primogénito Juan Manuel, en 1893, supuso una ruptura en el normal desarrollo de la vida del novelista. A partir de ese momento se llenó su pensamiento de malos presagios y complejos de culpabilidad. La desgracia le pareció una prueba de Dios y le conturbó el hecho de que se suicidara, por lo que solicitó de los prelados de algunas diócesis le concedieran, tras su muerte, las indulgencias oportunas. Comenzó a leer el libro de Job y sólo la resignación cristiana y su profunda religiosidad le permitieron salvar el estado de postración en que cayó. Se agravó su neurastenia y envejeció prematuramente. A duras penas y gracias a la ayuda de sus amigos y de la familia pudo concluir Peñas arriba, la novela que estaba escribiendo, en cuyo manuscrito existe una cruz trazada en la página 18 del capítulo XX que recuerda aquel triste suceso.
Ya después de esto fue muy difícil animarle a escribir y únicamente publicó su novela corta Pachín González, basada en un hecho real, la explosión del vapor "Cabo Machichaco", atracado en el puerto de Santander con un cargamento de dinamita, en noviembre de 1893.
En los años posteriores y una vez nombrado Pereda académico dio prácticamente por terminada su obra literaria. En 1872 había sido nombrado Correspondiente de la Real Academia Española y en febrero de 1897 leyó el Discurso como miembro de número.
El casamiento de su hija en junio de 1903 supuso para él un nuevo estímulo y una alegría familiar al contraer matrimonio con Enrique Rivero, de Jerez de la Frontera.
En la primavera de 1904 sufrió un ataque apoplético que le ocasionó una hemiplejía del lado izquierdo, que la impidió valerse solo con normalidad. Murió el 1 de marzo de 1906.

Viérnoles

Viérnoles es una localidad del municipio de Torrelavega (Cantabria, España). Es la población más alejada de la capital del municipio, pues dista unos 3 kilómetros de Torrelavega y la única que tiene constituida una entidad local menor, dirigida por la Junta Vecinal. Está situado a unos 80 metros de altura y su población es de 982 habitantes (INE 2006).
Se encuentra situado en la parte sur del municipio, entre el río Besaya que lo limita por el oeste y el monte Dobra, que queda al sur. Está dividido en varios barrios, que ya existían en el siglo XVIII: Paramenes, Hoz, Herrera, Río Riba, Radillo, Rodanil y la Robleda. Paramenes es el barrio central, se encuentra en lo alto, donde se ubica la iglesia. Los barrios Herrera y Hoz se encuentran junto al río Besaya, ubicados a lo largo de lo que sería un antiguo camino. Apartados, y pegados al monte Dobra se encuentran los barrios de Radillo o Río Riba.Rodanil es el barrio que queda a lo largo del camino de comunicación con Tanos y Torrelavega. Finalmente el barrio La Robleda situado a la derecha de la carretera general entrando en el pueblo comunica con el apeadero de Renfe.
Celebra fiestas con motivo de San Jorge el 23 de abril.
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Historia [editar]
El documento más antiguo que cita a Viérnoles data del siglo IX, que menciona el lugar como “Vermulas” y como uno de los territorios del Monasterio de Santa María de Yermo. Posteriormente pasó a poder señorial, apareciendo entre los bienes de la casa de la Vega, siendo uno de los lugares en los que Garci Lasso de la Vega I El Viejo tenía propiedades.
A pesar de este dominio señorial, la jurisdicción correspondía al rey, produciéndose en el siglo XV enfrentamientos por este motivo. En 1531, Íñigo López de Mendoza y Pimentel vendió a un vecino de Guadalajara "el patronazgo y diezmo de San Román de Viérnoles", entre otros. Se inicia así la época del predominio de los linajes locales.
En el siglo XVI era en población mayor que la Vega y la más rica de las que actualmente forman el municipio, contribuyendo a la alcabala del mayorazgo con un importe mayor. Todo ello se debe, en gran medida, a la ferrería de la Rucha, documentada desde 1398 y vinculada a la familia Velarde, lo que motivó en su momento enfrentamientos con el Marqués de Santillana, debido a la gran cantidad de madera que necesitaba para su funcionamiento. Durante toda la Edad Moderna fue la segunda más importante de Cantabria, con su propiedad muy fragmentada entre diversos vecinos. El catastro de Ensenada la mencionaba en 1752. En 1775 se produjo una importante riada en el Besaya que afectó, entre otros, a esta localidad y a la ferrería. La decadencia se produjo en el siglo XIX, afectado por la Independencia de la América Hispana, continuando en funcionamiento hasta 1847.
Durante la Edad Moderna se produjo, como en otras localidades cántabras, el fenómeno de la emigración, dirigiéndose en su mayor parte a Andalucía, en particular a Cádiz. Los otros destinos eran Madrid y América.

Economía [editar]
Las actividades económicas preponderantes en este núcleo rural son la industria y la ganadería.
Tradicionalmente se obtenía madera del monte, en particular roble y haya, que han desaparecido prácticamente, sustituidos por el eucalipto. La Junta Vecinal explota los bosques de eucaliptos, siendo estos ingresos por la subasta de madera de los montes de su propiedad la mayor parte de su presupuesto.
Tiene apeadero de ADIF en la línea de cercanías de Santander. Por esta localidad pasa la Autovía de la Meseta.

Patrimonio [editar]

Casa de Sánchez de Bustamante
Su patrimonio civil es el más destacado dentro del municipio de Torrelavega, conservándose toda una serie de palacios y casonas de los siglos XVII al XIX. Entre ellas, cabe citar:
Casa de Velarde (barrio de Herrera). Declarada Bien de Interés Local en 2002. Se trata de una edificación erigida a finales del siglo XVII. La casa consta de un edificio principal o noble, un edificio contiguo que originalmente pudo estar destinado a las caballerías, una gran corralada que hace las veces de patio articulador del conjunto y una sencilla portalada de acceso. El edificio principal posee planta cuadrangular, dos alturas y tejado a cuatro aguas; los muros están armados en piedra de sillería.
Casa gótica (barrio de Rodanil). Data del siglo XV. Edificio de planta cuadrada y un solo piso, con una fachada de socarreña central y dos alas. Construida en mampostería con sillares para esquinales y abertura de vanos.
Casa de Rodríguez (barrio de Rodanil). Conjunto de casa y torre. La casa es anterior, presenta un cuerpo de habitación del siglo XVII (aunque, tal como se presenta la fachada actualmente, debe datar de la primera mitad del siglo XVIII), de dos plantas, un escudo timbrado por yelmo con las armas de los Rodríguez y está construida en sillería. La torre está construida en sillería y mampostería [y Torre de Rodríguez.jpg].
Casa de Sánchez de Bustamante o "Casa de los Leones" (barrio de Paramenes). Se edificó en estilo barroco hacia 1740-50. En un lateral de la casa figura un escudo de armas que tiene dos leones coronados como soporte, de donde toma el nombre. La casa tiene dos plantas. La fachada de sillería presenta un soportal de tres arcos de medio punto.
Casa de Antonio Ruiz Castañeda y Ceballos (barrio de Paramenes). Fue mandada edificar antes de 1736. Su fachada principal es de sillería, en la que se ve el escudo con las armas de Ruiz Castañeda y Ceballos. El entablamento muestra arquitrabe, friso y cornisa muy elaborado.
En cuanto al patrimonio religioso, destaca la Iglesia parroquial de San Román. De la construcción de mediados del siglo XVI sólo queda la cabecera, de estructura gótica con decoración renacentista. Se fueron haciendo reformas y obras en los siglos siguientes. De 1733 son dos tramos de nave con muros exteriores de sillería.

Iglesia de San Román

Recursos naturales [editar]

Eucaliptón de Viernoles; árbol Nº7 del inventario de Árboles Singulares de Cantabria
En el patrimonio natural destaca el "eucaliptón", declarado Nº 7,del Inventario de Árboles singulares de Cantabria a pesar de pertenecer a una especie foránea Eucalyptus globulus Labill, (Eucalyptus); según la Dirección General de Montes, es un ejemplar descomunal, el mayor de Cantabria y uno de los mayores de España. Con una altura de más de 50 metros, un perímetro de circunferencia en la base de 13 metros,y de 9 metros a 1,3 m. del suelo; a los veinte metros del fuste parten ocho vigorosas ramas que forman una amplia copa; se encuentra en un estado de conservación muy bueno.
Además, el pueblo está justo al pie del monte Dobra, el pico más alto del municipio (606 metros de altitud) y una de las montañas más frecuentadas debido a su cercanía a la ciudad de Torrelavega, existiendo un sendero señalizado desde el pueblo para ascender a este pico.